Tengo tantas cosas que contar que no se por donde empezar!
Quizás por el martes, día 12. Para ese día tenía previstas muchas cosas. Por un lado, había quedado a comer con un compañero de clase koreanoamericano. Por la tarde, día libre para los ingenieros mecánicos, pero asistencia obligatoria en el campo de fútbol para celebrar nosequé. (Cerveza salchichas y juegos varios, algo así como unas paellas a lo koreano). Por la noche, cena en el Hotel Lotte de Seoul a cargo de la embajada española para celebrar la Hispanidad. ¿No pinta mal a una semana de exámenes, eh?
Me levanté con fiebre.
Llevaba unos días tosiendo, pero me levanté con fiebre y escalofríos. Un paracetamol con el café y arreando. Comí con el koreanoamericano y nos fuimos al campo de fútbol a ver qué se cocía.
Al llegar, nos hicieron registrarnos para participar en una porra. A continuación, mi amigo echó la bomba de humo (esque-tengo-que-estudiar-y-tal-yo-casi-que-me-voy) y me quedé vagando entre koreanos estudiantes y profesores de mecánica con gorras blancas de ingenieros mecánicos. (Convenciones friki 3000 organizaba el evento).
Pronto encontré a un compañero de la clase de robots y me pegué a él cual lapa.
Al cabo de un rato, nos agruparon en el centro del campo y extendieron una cuerda entre nosotros. Al parecer, un hombre leía preguntas de verdadero o falso y había que elegir en qué lado de la cuerda te colocabas, y si fallabas, eliminado. Muy divertido, sobretodo cuando no entiendes la pregunta. Allí estaba yo saltando de lado en lado mientras todos discutían las respuestas o sacaban el móvil para calcular cosas.
Obviamente no duré mucho.
Poco después, mi grupo de robots decidió seguir el ejemplo del koreanoamericano y echar a correr. En ese momento se me planteó un dilema. Quedarme en la "fiesta" de ingenieros sin conocer a nadie y medio enfermo, aún sabiendo que darían comida y bebida gratis, o seguir a mi grupo que se escaqueaba para estudiar. Opté por lo segundo y seguí a los fugitivos mientras escalábamos las gradas para salir por la puertecilla pequeña que había en la parte superior. (Ni Mikel Scotfield, oye).
Tras la complicada huida nos reunimos durante un par de horas para avanzar lo de los robots (que no va ni palante ni patrás). Cuando se fueron, me llamó un Kurutogui diciéndome que me había tocado la porra. Muy bien Miguel. Eso es pasar desapercibido. Ya me imagino al tipo de la porra, gritando el único nombre no-koreano por megafonía delante de tropecientos estudiantes y profesores. Todo mi perfecto plan de fugo tirado a la basura.
A las 5 decidí prepararme para ir a la embajada. Me duché, me puse la camisa y el traje. He de decir que el traje venía de una tintorería koreana. Sufrió un repentino ataque de hongos. Me di cuenta cuando al abrir la puerta del armario me gritaron BURRARUM!
Tras ponerme el traje me percaté de un pequeño detalle. No sabía hacerme el nudo del a corbata.
En estos momentos es cuando te acuerdas de tu madre, de tu padre, de tus primos, de tus vecinas del pasillo y de todas aquellas personas que amablemente te han hecho el nudo de la corbata a lo largo de tu vida. La solución, como casi siempre, la encontré en internet.
Un par de tutoriales del youtube y tres cuartos de hora después me encontré con esto colgando del cuello.
Decidí que había alcanzado la máxima perfección que tres cuartos de hora y un par de tutoriales te pueden ofrecer, y me lancé a la calle.
Seoul no es igual cuando vas con traje, la gente te mira más. El metro no es igual cuando vas con traje, hace más calor. Ya se que habría sido mucho más glamuroso llegar al hotel en taxi pero oye, que aún con traje, somos estudiantes.
La cena de la embajada no estuvo nada mal. Jamón manchego, queso ibérico, vino tinto y demás productos nacionales. Conocí a un profesor de arquitectura que me fue presentando a los miembros de la embajada uno a uno. Tras unas horas allí comiendo y hablando español me volví, con mi retomada fiebre, a la residencia.
Pronto en vuestras pantallas.... hospitales koreanos!!
No se lo pierdan!!!